Ara Rodríguez Talavera, especializada en el mundo de los emprendedores y startups, analiza cómo esta tecnología puede jugar un papel indispensable a la hora de impulsar un negocio, esta vez como escritora invitada en el blog de Qonto.
Si estás leyendo esto es porque te apasiona la nueva ola de la inteligencia artificial acuñada por el fenómeno ChatGPT y el abanico de posibilidades (o no) que se abren ante ella. O, por el contrario, porque aún no tienes claro el futuro del nuevo niño mimado del mundo de la tecnología.
Y es que, muy probablemente, si se tiene en cuenta el histórico de los hitos del sector tech, tengamos que ir con pies de plomo. Muchos se acordarán de los primeros pasos de la realidad virtual, lanzada al estrellato por el mismísimo Mark Zuckerberg allá por 2014 y caída en desgracia poco después ante las evidencias de una tecnología poco madura. Como consecuencia, el llamado invierno VR, que se llevó por delante a un nutrido grupo de empresas que vieron en esta tecnología una nueva vía de negocio para sus modelos. Poco después, les llegó el turno a los asistentes virtuales y chatbots, que si bien encontraron un mejor encaje, no terminaban de afinar su humanidad.
La historia se repetía con los mismos protagonistas y con un viejo conocido: el metaverso. Tras un boom inicial con más certezas que promesas, en el que de nuevo hubo una explosión de modelos de negocio, una época de analizar cómo y de qué manera esto terminará materializándose. Y es que, a la moda del metaverso le llegó un duro competidor: la IA de los modelos conversacionales al estilo ChatGPT. El sistema con el que todos soñábamos, pero que nos hace preguntarnos: ¿de verdad lo necesitamos en nuestros modelos de negocio?