El flujo de caja no solo refleja la capacidad de una empresa para generar ingresos, sino que también muestra cómo se están gestionando los gastos y las inversiones. Es decir, su cálculo no solo pretende contabilizar el efectivo que entra, sino que también intenta entender cómo se distribuye ese mismo efectivo dentro del negocio para cubrir todos los costes operativos, además de las necesidades de inversión y financiación.
Dicho de una forma más gráfica: el flujo de caja ofrece una imagen clara de la salud financiera de una empresa. Sin un flujo de caja positivo, el negocio se enfrentará a desafíos desagradables como, por ejemplo, el pago a proveedores o la propia operatividad. Por lo tanto, calcular y monitorear este flujo es una tarea esencial tanto para la supervivencia como para el crecimiento de un negocio.