¿Cuáles son los gastos generales de las pymes y los autónomos?
Bien saben los responsables de una empresa que el día a día de su actividad no está limitado únicamente a generar beneficios e ingresos. Los costes que hay que asumir para que un negocio funcione son muchos y de diverso tipo, por lo que es imprescindible llevar una buena contabilidad en la empresa para que los números no se descuadren y arrojen resultados positivos.
Gastos que pueden considerarse generales
Los gastos generales son el "cajón de sastre" de la contabilidad empresarial. Muchas de las facturas que tiene que asumir un negocio no pueden asociarse al coste directo de producción. Los impuestos que hay que satisfacer a la administración, los costes por suministros y servicios o los salarios de la mano de obra son algunos de los conceptos que pueden englobarse en la partida general de gastos.
Es evidente que no todas las empresas incurren en los mismos costes a la hora de fabricar sus artículos o prestar sus servicios, así que el catálogo de gastos puede variar mucho entre unas y otras empresas. Aun así, a continuación enumeramos los más comunes para que puedas identificarlos en tu negocio.
Enumeración y ejemplo de los gastos más comunes de una empresa
- Nóminas y costes de personal (formación, desplazamientos, comisiones...)
- Gastos administrativos, fiscales y financieros
- Alquileres de locales
- Renting de vehículos
- Gastos generales de mantenimiento, reparación y conservación de los bienes capitales en general (inmuebles, infraestructura, maquinaria, vehículos...)
- Servicios de asesoría legal, gestoría o consultoría
- Gastos de limpieza
- Suministros diversos (luz, agua, gas, teléfono, internet...)
- Primas de seguros
- Gastos de viaje (desplazamientos, dietas, manutención...)
- Gastos de marketing, publicidad y relaciones públicas
- Material de oficina diverso
- Gastos producidos por otra clase de imprevistos
La importancia de gestionar bien los costes generales
El volumen que los gastos generales suponen con respecto al desembolso total de una empresa es un concepto considerable, es decir, no se puede descuidar en ningún momento. En ocasiones estos costes pueden llegar a superar incluso los propios derivados de la producción o el servicio que se presta, por lo que es imprescindible saber cómo gestionarlos desde un principio.
Muchas empresas cuentan con servicios externos de asesoría, gestoría y consultoría legal para desentenderse de estos asuntos, pero ello conlleva un mayor gasto que no todas las pymes y empresas pueden permitirse. Precisamente por lo anterior, es importante que los responsables de un negocio sepan que existen diferentes herramientas destinadas a la gestión y el control de la contabilidad empresarial y que quizás pueden beneficiarse de algunas de ellas sin tener que invertir más recursos.
Ventajas de la banca digital para la empresa
Algunas de estas herramientas pueden encontrarse directamente a partir de tu propia cuenta en la banca digital. Con Qonto, por ejemplo, puedes obtener información detallada y ordenada de cada uno de los gastos en que incurras para poder valorar aplazar los que más te convengan o, en todo caso, para poder organizar mejor tu propio calendario de pagos. Es importante conocer los servicios que ofrecen las entidades con las que ya se trabaja para poder aprovechar al máximo cualquier recurso que tengan a tu disposición.
Gana tiempo con herramientas pensadas para gestionar los gastos de equipo.
Repercusión de los costes indirectos sobre los costes de producción
El precio de venta de tus productos no puede calcularse únicamente a partir de los costes de facbricación. El cliente debe asumir los costes directos del proceso de producción (el pago de los materiales de obra, por ejemplo), además de los relacionados indirectos (el sueldo de los empleados). Es necesario añadirle al producto o servicio que ofertamos el valor de todos aquellos conceptos que, si bien no forman parte de la actividad empresarial directa, son indispensables para garantizar la calidad de nuestro trabajo.
Gestionar el negocio de una forma mejor para obtener más beneficios
La rutina del pequeño empresario es un proceso continuo de compras y ventas, entre otras muchas obligaciones que no puede descuidar: la atención a sus clientes, las relaciones con Hacienda, la política de privacidad y protección de datos, etcétera. Teniendo que cuidar tantos aspectos distintos para poder asegurar el éxito de un negocio, es del todo imprescindible hacer uso de todos los recursos que el autónomo tiene al alcance de su mano.
Muchas veces se cuenta con servicios que no se acaban de aprovechar por mero desconocimiento, así que invertir algo de tiempo en saber qué ofrecen nuestros distintos proveedores puede traducirse en trabajar menos y en hacerlo mejor. En definitiva, si bien es importante ser consciente de todo lo que pasa en la empresa para poder llevar un buen control contable y financiero de la actividad, también lo es optimizar el tiempo que se emplea en estas tareas para poder cuidar y atender el negocio de forma integral.