La relación de gastos asociados a un concreto negocio puede llegar a ser un área ciertamente amplia, aunque en última instancia podemos reducirla a la siguiente diferenciación: gastos generales y gastos variables.
1. Gastos generales. Son aquellos que, independientemente de la producción, no varían. En este apartado se incluyen el salario de los empleados, los gastos de administración, pólizas de seguros o, entre otros, los costos del alquiler del local, almacenes u oficinas en las que se desarrolla la actividad.
El costo de estos gastos comunes dependerá en última instancia del tamaño de cada empresa. El porcentaje ideal para las pequeñas y medianas empresas, si se tienen en cuenta las estadísticas del mercado, oscilaría entre el 15 y el 20 % del total; mientras que, para las de gran tamaño lo idóneo, es que no supere el 15 %. Ello es debido a que, a medida que una empresa se hace más grande, también acostumbra a ser mayor el volumen de la facturación que ha de manejar el departamento de contabilidad.
2. Gastos variables. Son aquellos costos que cambian según el nivel de actividad y la cantidad de bienes y servicios producidos. Es decir, se trata de costos que irán aumentando o disminuyendo en función del volumen de producción. Dentro de estos costes se incluirían el pago de horas extras, las compras de materias primas, los costes de suministros o las comisiones sobre ventas, entre otros.