Crédito
Crédito, préstamo, intereses, contratos… Es fácil perderse entre tanta terminología financiera y pensar que, al final, todo es lo mismo. Cuando, en verdad, son conceptos diferentes que es necesario distinguir porque, en última instancia, pueden ser mucho más que beneficiosos para la situación económica de tu empresa. Especialmente, cuando hablamos de crédito.
El crédito es una operación de financiación en la que un acreedor pone a disposición de un deudor una cantidad de dinero pactada a través de un contrato en el que el deudor no solo garantiza que devolverá el dinero al prestamista, sino que además deberá hacerlo ateniéndose a determinadas condiciones. Entre estas circunstancias suele constar que el consumidor no solo devolverá la cantidad de dinero prestada, sino que sumará una cantidad adicional: los intereses.
La palabra crédito proviene del latín «creditius» que significa «confianza» La etimología del término es una buena pista de que, al fin y al cabo, esta es una transacción basada en la confianza de que una parte devolverá el dinero prestado por la otra. Lo que ocurre es que los tiempos han cambiado y, al fin y al cabo, esa confianza se ha visto reforzada por la existencia de un contrato.
El crédito es una práctica habitual solicitada tanto por personas como empresas, y suele usarse para múltiples propósitos como la adquisición de vivienda, la compra de un vehículo u otro artículo de coste elevado, el pago de estudios, la inversión en negocios y muchas otras opciones. Sea cual sea el objetivo del préstamo, sin embargo, es necesario que tanto el acreedor como el deudor conozcan las condiciones de la transacción. Al fin y al cabo, si el deudor no salda su deuda, el prestamista se reserva el derecho a iniciar acciones legales para recibir la compensación que le corresponde.
Elementos de un crédito
Como ya ha quedado apuntado un poco más arriba, es necesario que ambas partes dispongan de toda la información sobre las condiciones del crédito y sus aspectos principales. Y esto es algo aplicable tanto en España como en cualquier otro país.
Es importante, por lo tanto, tener en cuenta los siguientes elementos:
- Tasa de interés. Coste monetario adicional que se suma al importe prestado y que el deudor deberá pagar junto a la deuda.
- Plazo. Espacio de tiempo en el que el deudor se compromete a haber realizado el pago de la totalidad de la deuda, incluyendo los intereses.
- Cuotas. Valor periódico (normalmente mensual, aunque existen créditos que utilizan cuotas trimestrales o anuales) en el que se deberá ir sufragando la deuda.
- Garantía. Elemento que certifica la solvencia del consumidor y a la que el acreedor puede recurrir en caso de que este no cumpla con sus obligaciones.
Ejemplo de crédito
Pongamos como ejemplo a Alberto, un emprendedor que sueña con abrir una cafetería en Barcelona (España). Tiene una idea clara y un plan de negocios listo, pero lo único que se le resiste es la financiación necesaria para hacer realidad su sueño. La solución en este caso pasa, obviamente, por un crédito empresarial.
Alberto empieza así todo un proceso de comparativa entre las diferentes opciones, y acaba por decantarse por una entidad bancaria que le ofrece condiciones favorables y una tasa de interés realmente competitiva. Las condiciones finales del crédito de 50 000 euros que solicita son las siguientes:
- Importe prestado de 50 000 euros a invertir en los gastos iniciales, el alquiler del local, la adquisición de equipos y la decoración de la cafetería.
- Tasa de interés del 8 %.
- Plazo del préstamo de 36 meses, suficiente para proporcionar al deudor un horizonte temporal realista para el reembolso y alineado con la proyección de crecimiento del negocio.
- Cuotas mensuales de 1600 euros que cubren tanto el capital como los intereses.
- Garantía adicional respaldada por el equipo adquirido y el contrato de arrendamiento del local, proporcionando seguridad tanto a Alberto como al acreedor.
¿Qué diferencia hay entre un préstamo y un crédito?
Un error muy común suele ser pensar que un préstamo y un crédito son exactamente lo mismo. Y, a efectos prácticos, puede decirse que lo son porque, incluso en un marco puramente económico y financiero, estos dos términos suelen usarse de forma equivalente.
Es necesario, sin embargo, dejar clara la principal diferencia entre préstamo y crédito. Y es que, fundamentalmente, en comparación con la flexibilidad de un crédito, el préstamo suele ser una operación de financiación mucho más acotada.
Al fin y al cabo, el crédito es una operación en la que el prestamista pone a disposición del consumidor una cantidad de dinero pactada, independientemente de si el deudor utiliza la totalidad de esta cantidad o no. Puede darse el caso, por ejemplo, de que el deudor solo necesite una parte de la cantidad pactada y, por lo tanto, solo deberá devolver el dinero que haya usado más los intereses pertinentes.
En el caso del préstamo, sin embargo, el prestamista pone a disposición del consumidor una cantidad de dinero concreta que este asume de forma completa. Deberá devolver, por lo tanto, la totalidad del importe sumando los intereses que se hayan pactado.
Tipos de crédito
Los créditos pueden clasificando dependiendo de muchos parámetros. Si los clasificamos dependiendo de su duración, podemos hablar de créditos de corto plazo (menos de un año), de medio plazo (entre uno y cinco años) o de largo plazo (más de cinco años). Según el tipo de respaldo, por ejemplo, podemos hablar de créditos quirografarios (sin una garantía específica, tan solo un aval) o prendarios (con un bien en garantía).
La forma más habitual de clasificar los créditos, sin embargo, es según su finalidad, lo que nos lleva a hablar de créditos personales, al consumo, de estudios, rápidos, para empresas, hipotecas… A continuación puedes encontrar los tipos de crédito más comunes:
- Bancario. Crédito ofrecido por un banco en el que un importe es proporcionado sujeto a unas condiciones y tasas de interés específicas. Puede usarse para diversos fines: compra de bienes, inversiones, gastos imprevistos…
- Personal. Crédito similar al bancario pero que no requiere una garantía específica. Siempre deberá utilizarse para cubrir necesidades personales como abono de deudas, gastos médicos, un artículo de coste elevado o vacaciones, entre muchos otros.
- Rápido. Crédito caracterizado por un rápido proceso de aprobación y un desembolso inmediato. Suele solicitarse en situaciones de emergencia económica y, en contrapartida, puede tener tasas de interés más altas.
- Online. Crédito solicitado y gestionado completamente a través de plataformas financieras online. En comparación con los métodos tradicionales, esta es una operación mucho más conveniente y ágil.
- Línea de crédito. El acreedor proporciona un límite máximo de fondos que el deudor puede usar según sus propias necesidades. A medida que el consumidor devuelve parte de la deuda, la línea de crédito vuelve a estar disponible.
- Revolvente. Similar a la línea de crédito, pero con una estructura más flexible, ya que permite a la persona utilizar el crédito y pagar de forma repetida, sin plazo fijo, siempre que respete el límite monetario establecido.
- Comercial. Crédito destinado a empresas en el que el acreedor proporciona financiación para necesidades comerciales como, por ejemplo, la expansión del negocio, la compra de inventario o la gestión de flujos de efectivo.
- Hipotecario. Crédito diseñado específicamente para la compra de un bien inmueble en el que la propia vivienda sirve como garantía a largo plazo.
- Microcrédito. Crédito dirigido a emprendedores y pymes en el que el prestamista proporciona financiación en pequeñas cantidades para iniciativas empresariales de tamaño moderado.
Cómo obtener financiación con un crédito
El proceso para obtener un crédito es similar al que suele aplicarse en el caso de los préstamos. Aun así, es necesario tener en cuenta un total de ocho pasos:
1. Evalúa tus necesidades. Antes de solicitar el crédito, debes analizar pormenorizadamente el propósito de la financiación. Básicamente, se trata de que te determines cuánto dinero necesitas para adquirir el bien o bienes que necesites y en cuánto tiempo puedes abonarlo de vuelta.
2. Revisa tu historial crediticio. Ten en cuenta que lo primero que van a hacer las entidades financieras será evaluar tu historia crediticio para determinar tu solvencia y tu capacidad de pago. Es necesario que te avances a ellas y que obtengas tu informe crediticio para revisarlo y corregir posibles errores que podrían mermar tu posición crediticia.
3. Elige el tipo de crédito que mejor se adapte a tus necesidades. Puedes optar a muchos tipos diferentes de crédito (personal, bancario, etc.), así que es necesario que elijas el más adecuado para tu propósito y condiciones.
4. Investiga y compara las ofertas de diferentes instituciones financieras. Compara las tasas de interés, los plazos, las comisiones y cualquier otro término que te parezca relevante. Puedes usar comparadores online o contactar directamente con los diferentes acreedores que operan en España.
5. Prepara toda la documentación. Busca información sobre la documentación necesaria para solicitar el crédito que hayas elegido e intenta recopilarla antes de cursar la solicitud. De esta forma, ahorrarás tiempo y evitarás que el crédito quede encallado en la burocracia, consiguiendo así que todos los trámites sean más rápidos.
6. Solicita el crédito. Completa la solicitud de crédito siguiendo los pasos establecidos por la entidad financiera que hayas elegido. Probablemente, podrás hacerlo de forma online o personándote en las oficinas del acreedor.
7. Evalúa y acepta la oferta. Una vez aceptada tu solicitud, el acreedor deberá enviarte su oferta de crédito. No aceptes a la primera, ya que lo más sensato siempre es repasar toda la información, evaluarla, comprobar que se ajusta a tu solicitud y, entonces sí, aceptarla.
8. Administra el crédito de forma responsable. No pierdas la cabeza una vez tu crédito haya sido aprobado y tengas el dinero en tu cuenta. Ahora toca que lo administres de forma responsable y, sobre todo, que te asegures de cumplir con los pagos a tiempo. De esta forma, mantendrás un buen historial crediticio que te será de gran ayuda en futuras solicitudes de créditos y préstamos.
Riesgos y precauciones al pedir un crédito
Un crédito es una herramienta financiera de gran ayuda, pero también implica todo un conjunto de riesgos que, en consecuencia, demandan ciertas precauciones. Es necesario evaluarlos todos en profundidad.
Riesgos
Entre los riesgos más habituales inherentes a los créditos, es necesario tener en cuenta:
- Endeudamiento excesivo.
- Altas tasas de interés.
- Cambios en las condiciones del mercado.
- Pérdida de garantías.
- Impacto en el historial crediticio (en el caso de que se incumplan los pagos).
Precauciones
Por su parte, entre las precauciones más comunes a la hora de solicitar un crédito, es necesario tener en cuenta las siguientes:
- Evaluar las necesidades reales que se quieren cubrir con el crédito.
- Comparar las ofertas de diferentes acreedores.
- Entender la información de la operación, sus términos y sus condiciones.
- Tener un presupuesto bien planificado.
- Revisar el contrato antes de aceptarlo.
- Diversificar las deudas para no depender exclusivamente de un solo tipo de crédito o de un único acreedor.
- Disponer de una reserva de emergencia.
Ventajas y desventajas de los créditos
¿Has llegado a esta parte del glosario y todavía no estás convencido de si un crédito es la operación financiera que más te conviene? Entonces será necesario que reflexiones sobre los puntos a favor y en contra que pueden aplicarse a tu caso en concreto.
Para ayudarte, aquí tienes algunas de las ventajas más incontestables de los créditos:
- Financiación rápida. Un crédito te permite acceder a fondos de forma inmediata, algo que puede resultar de crucial importancia en situaciones de emergencia económica que demandan atenuantes rápidos.
- Flexibilidad financiera. Este tipo de operaciones proporcionan flexibilidad para gestionar gastos personales o empresariales, lo que permite realizar compras importantes sin la necesidad de realizar el pago al instante.
- Gestión de flujos de efectivo. En el caso de las empresas, esta operación ayuda a gestionar los flujos de efectivo al proporcionar liquidez en los momentos de necesidad, especialmente algunos períodos estacionales más críticos.
- Grandes compras. Los créditos suelen ser de gran ayuda a la hora de abordar adquisiciones importantes como, por ejemplo, la adquisición de una vivienda o la expansión de un negocio. Es una operación que no afecta a la liquidez inmediata y que, sobre todo, da acceso a estas grandes compras que no serían posibles en otras condiciones.
- Mejora del historial crediticio. Cumplir con los pagos mejorará tu historial crediticio, lo que será mucho más que beneficioso de cara a futuras solicitudes de créditos y préstamos.
Entre las desventajas, sin embargo, es necesario tener en cuenta:
- Intereses y costes asociados. Las tasas de interés, las comisiones y los costes asociados a los créditos aumentan el importe final de estos.
- Endeudamiento excesivo. Pedir más crédito del necesario puede conducir a una situación de endeudamiento excesivo, lo que afecta a la capacidad de gestionar futuros pagos y compromete la estabilidad financiera.
- Riesgo de incumplimiento en los pagos. No cumplir con las obligaciones del crédito puede derivar en penalizaciones y cargos adicionales, además de afectar negativamente al historial crediticio.
- Impacto en el presupuesto. Los pagos mensuales pueden acabar impactando el presupuesto mensual tanto de las personas como de las empresas, lo que se traduce en una reducción de la capacidad de ahorro e inversión a largo plazo.
- Posibles garantías requeridas. Algunos acreedores pueden requerir garantías como propiedades o activos, lo que implica un riesgo de perder tus bienes en caso de incumplimiento del contrato entre acreedor y consumidor.